jueves, febrero 26, 2009

Escritores del virreinato novohispano



Sor Juana Inés de la Cruz

Su madre fue una criolla de nombre Isabel Ramírez de Santillana y su padre Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca, un militar español. Aprendió náhuatl con sus vecinos y con la biblioteca de su abuelo se aficionó a los libros. Aprendió latín en veinte lecciones, de forma autodidácta, escuchando las clases que le impartían a su hermana.

Estuvo de joven en la corte virreinal mexicana y fue dama de la virreina de la época. Para ir a la universidad tuvo que vestirse de hombre, y cuando fue expulsada decidió entrar a un convento de las Carmelitas, donde debido a la exigencia decidió abandonarlo y mudarse a la orden de las Jerónimas, donde tenía una celda de dos pisos y una sirvienta, ahí Sor Juana pasó su vida escribiendo sacros y profanos, villancicos, autos sacramentales y dos comedias.

Su confesor le reprochaba mucho que escribiese, y debido a la fama que tenía Sor Juana como escritora en aquella época, el confesor desencadenó su ira. Juana Inés tenía estrechas relaciones con las virreinas, algo que queda plasmado en sus versos e incluso se ha llegado a decir que Sor Juana tenía ciertas tendencias homosexuales. Fue precisamente una de las virreinas quien publicó los versos de Sor Juana por primera vez, y curiosamente su primera publicación fue vendida primero en España y años después en México. Sor Juana es famosa por su texto “Respuesta a Sor Filotea”, donde hace una encendida defensa de la labor intelectual de la mujer, a raíz de una disputa teológica con el predicador Antonio Vieira.

Poco antes de morir, Sor Juana fue obligada a deshacerse de su biblioteca, a la que llamaba “Quinta pesares” y que se presumía contenía 4 000 volúmenes, asi como de sus instrumentos musicales y científicos.

Entre sus obras se pueden encontrar diversos poemas galantes y estéticos, poemas de ocasión para regalar o que le fueron encargados, villancicos, obras como “El divino narciso” y también composiciónes musicales. Actualmente aparece en los billetes mexicanos de 200 pesos, murió en 1695, al ayudar a sus compañeras de convento, durante una epidemia.

Carlos de Sigüenza y Góngora

Nació en la Ciudad de México en 1645. Fue un científico, historiador y literato mexicano. Estaba emparentado con el célebre escritor Luis de Góngora y Argote. Su padre fue tutor de la familia real de España y emigró a México con nueve hijos, siendo Carlos el menor. Entró de joven a un colegio jesuita, del que fue expulsado por indisciplina. Regresa a la capital y entra a la Universidad Real y Pontificia, donde sale con el título de catedrático de astrología y matemáticas.

En 1681, escribió el libro “Manifiesto filosófico contra los Cometas” en el que trataba de calmar el temor supersticioso que provocaba a la gente éste fenómeno cósmico. Al escribir este libro y separar la superstición de los hechos observables, también estaba separando la astrología de la astronomía, como la concebimos actualmente. El jesuita Eusebio Kino criticó fuertemente el texto desde un punto de vista aristotélico y tomista, pero lejos de intimidarse; ante la crítica, el escritor respondió con otro libro, titulado “Libra astronómica y philosóphica”, donde fundamentaba rigurosamente sus argumentos sobre los cometas según conocimientos de la actualidad de la época y contra la crítica, citó en el libro a autores como Copérnico, Galileo, Descartes, Kepler y Tycho Brahe.

En 1691 las lluvias anegaron los campos y amenazaron con inundar la ciudad, provocando una plaga. Sigüenza utilizó un aparato precursor del microscopio para descubrir que la causa de la plaga era un insecto llamado Chiahuitztli, un insecto semejante a la pulga. Como consecuencia de la plaga, el año siguiente hubo una enorme crisis alimentaria, algo que provocó un motín, que se caracterizó por los saqueos de tiendas de españoles y la provocación de incendios; el escritor evitó que la biblioteca de la ciudad no fuera incendiada. El motín se controló con violencia, y Sigüenza calculó unos 10 000 personas como número de participantes en dicho motín.

Fue cosmógrafo real de la Nueva España y trazó mapas hidrológicos del Valle de México. Durante una expedición al norte del Golfo de México, trazó mapas de la bahía de Pensacola y de la desembocadura del río Misisipi. Probablemente esta experiencia inspiró su novela “Los infortunios de Alonso Ramírez”. Al morir donó su biblioteca al colegio jesuita, y su cuerpo a la medicina, para que encontraran el mal que le causó la muerte.

Juan Ruiz de Alarcón

Fue un dramaturgo novohispano nacido en 1581 en la ciudad de Taxco, en Guerrero; y fallecido en Madrid el 4 de agosto de 1639.

Sus padres fueron Pedro Ruiz de Alarcón y Leonor de Mendoza. Cursó estudios de abogacía en la Real y Pontificia Universidad de la Ciudad de México y a comienzos del siglo XVII viajó a España, donde obtuvo el título de bachiller de los cánones en la Universidad de Salamanca. Trabajó un tiempo como abogado en esa ciudad y regresó a México para terminar sus estudios universitarios en 1608. Se graduó en México y opositó sin fruto a varias catédras.

Publicó veinte comedias en dos volumenes. El primero tenía ocho: Los favores del mundo o Ganar perdiendo, La industria y la suerte, Las paredes oyen, El semejante a sí mismo, La cueva de Salamanca, Mudarse por mejorarse, Todo es ventura y El desdichado en fingir; y el segundo doce: Los empeños de un engaño, El dueño de las estrellas, La amistad castigada, La manganilla de Melilla, Ganar amigos, La verdad sospechosa, El anticristo, El tejedor de Segovia, La prueba de las promesas, Los pechos privilegiados, La crueldad por el honor y El examen de maridos. Otras de sus obras se publicaron en distintas colecciones: Quien mal anda mal acaba, No hay mal que por bien no venga y La culpa busca la pena y el agravio la venganza.

Sus obras se caracterizan por tener un carácter moralizador y al ataque de las costumbres y vicios sociales de su época, por lo que nunca logró simpatizar con Lope de Vega, lo que llegó a crear una rivalidad entre ambos. Sus obras maestras son “La verdad sospechosa”, “El mentiroso de Goldoni” y “Las paredes oyen”.

Sus obras fueron inspiradas de muchas fuentes.


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